Wednesday, September 5, 2012

A los católicos les importa. Los católicos votan: La pobreza y la asistencia para que las personas prosperen


Por Don Clemmer
“Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer el bien” dice Jesús en el Evangelio de Marcos. 

Literalmente, esto parecería como una frase bastante abierta.  Pero en la nota introductoria del documento Formando la Conciencia para ser Ciudadanos Fieles de los Obispos Católicos de los Estados Unidos, esta frase se vuelve mucho más explicita en la aclaración que hacen los obispos y que citan: “una crisis económica…el aumento del desempleo nacional y global; la pobreza; el hambre; el aumento del déficit y la deuda, y el deber a responder de manera que se proteja a los pobres y vulnerables así como a las generaciones futuras".  Esta es una de las seis áreas de preocupación que tienen los obispos al enfrentarnos a las elecciones del 2012. 

Si estas son cuestiones que supuestamente deben importar a los católicos, no hay duda que los obispos van a la cabeza con el ejemplo en esta materia. Para la Iglesia, compromiso político no se trata solamente de lo que suceda en las urnas en noviembre. Se trata de llevar consistentemente a la discusión pública los valores y la perspectiva personal.  En sus numerosas cartas a los líderes del Congreso, los obispos de los Estados Unidos han presentado sus valores,  sobre los temas de la deuda, la pobreza, el desempleo y el hambre. Hasta el Vaticano ha abordado el gran  desafío de la reforma financiera.  

Por supuesto que los católicos como votantes, legisladores, defensores, etc..., están llamados a tomar parte en el proceso político, y todos los católicos están llamados, como dijo Jesús, a hacer el bien en favor de los pobres por cualquier medio que esté a su alcance, sean maestros educando a la próxima generación, banqueros en prácticas responsables de préstamos, o legisladores configurando la política que impactará a millones de vidas.  En su encíclica Caritas in Veritate, el Papa Benedicto XVI le llama a esto “el camino institucionalizado de la caridad". 

En este camino, las enseñanzas católicas tienen un amplio elenco de protagonistas: gobierno, negocios, iglesias y otras organizaciones e individuos, cada uno con sus responsabilidades propias.  La visión de la Iglesia para la sociedad requiere que todas las partes trabajen juntas de manera que las personas puedan progresar viviendo la vida con un sentido de dignidad y alcancen el potencial que Dios ha querido para ellas.  En términos católicos, todos tienen la responsabilidad de fomentar el bien común, pero para evitar que esto se convierta en algo agobiante o caótico, la Iglesia recomienda utilizar los principios de solidaridad y  subsidiariedad. 

La solidaridad es reconocer la responsabilidad que cada cual tiene en la sociedad en ocuparse de aquellos que son pobres y vulnerables.  (Las palabras de Jesús en Mateo 25  ponen esto en perspectiva cuando dice que dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, etc., son requisitos para entrar en el Reino).  La subsidiariedad es el principio que dice que ocuparse de los pobres y por lo tanto de todos los problemas humanos, se debe realizar desde el nivel más bajo posible,  dándole el interés más alto posible.  Esto promueve en la sociedad una red sólida de relaciones individuales y globales, y se puede ver en funcionamiento cuando, por ejemplo, el dinero del gobierno federal es empleado en financiar programas que combaten la pobreza, y que tanto a nivel estatal como local están regulados y administrados, algunas veces por organizaciones de caridad, y otras veces por caridades católicas.   

La meta es siempre el progreso humano. Problemas tan complicados e interconectados como el desempleo, la economía, la pobreza, etc.,  son asuntos de preocupación política para los obispos porque impactan las vidas y la dignidad de muchos. "El trabajo es más que una forma de ganarse la vida," escriben los obispos en Formando la Conciencia para ser Ciudadanos Fieles, "es una manera de continuar participando en la creación de Dios".  Y mientras muchas personas luchan con dificultades económicas para recuperar un nivel de vida, es aparente que aunque "siempre tendréis a los pobres con vosotros” eso no es una licencia para ignorar a los pobres o asumir que desaparecerán cuando vengan tiempos mejores para todos.  Pero si es un recordatorio de un deber que todos deben compartir, y que los obispos plantean: "La economía debe servir a las personas y no al revés".

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